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Lynn Fainchtein: en casa con una canción de los Friendly Fires

Luis Pablo Beauregard
02 mar. 2024 - 05:28CET

La comunicadora y periodista musical fallecida este viernes buscó a lo largo de su vida los mejores espacios para la difusión de la música y los nuevos artistas

La primera vez que vi trabajar de cerca a Lynn Fainchtein fue en 2002. Ella iba a entrevistar para la televisión a Alanis Morrissette, la cantante canadiense que se había convertido en estrella internacional gracias a Jagged Little Pill. La disquera había elegido para la charla una enorme suite de dos pisos en un lujoso hotel de Ciudad de México. El gigantesco espacio estaba ocupado en su mayoría por el equipo de televisión. Casi todos éramos hombres. A pesar del despliegue de la producción, Lynn pudo crear un ambiente íntimo con Alanis para la conversación. Concluida la entrevista y cuando la celebridad había abandonado el cuarto, Lynn rompió el hechizo con su humor:

—¿Y ahora qué? ¿Vamos a desaprovechar todo esto? ¡Hay que armar una orgía!

Aquella ocasión fue la primera vez que puse rostro a una voz que nos acompañó por décadas. Primero desde la influyente estación Rock 101, un proyecto radiofónico que ayudó a descubrir música en su idioma para los mexicanos. Su curiosidad por descubrir cosas nuevas impidió que se quedara con un solo género. Tuvo en esa frecuencia un programa dedicado a impulsar a las artistas mujeres y otro de novedades semanales. Los sábados llenaba las bocinas con salsa y ritmos tropicales, sonidos inseparables del fin de semana. Ya para los primeros años de los dos miles, Lynn se presentaba con una tarjeta de trabajo con la que anunciaba que departía de sus años como locutora. Era una productora musical que acompañó el gran estallido del cine mexicano.

¿Se imaginan Amores Perros sin la guitarra de Gustavo Santaolalla? Lynn Fainchtein llamó al músico argentino después de oír Iguazú, un tema interpretado con el ronroco, un instrumento de cuerdas andino, en The Insider (El informante), una película de Michael Mann. Tras la llamada, Santaolalla pudo ver las primeras secuencias de la película del entonces debutante Alejandro González Iñárritu. Le bastaron diez minutos de metraje para saber que era un proyecto que tenía que hacer sí o sí. Santaolalla es hoy un nombre establecido en Hollywood, donde tiene dos premios Oscar por las bandas sonoras que ha compuesto.

Lynn Fainchtein ha fallecido este viernes en el hospital 12 de octubre de Madrid a los 61 años a consecuencia de un cáncer. A pesar de que siempre impulsó la música en español, me atrevo a utilizar un término en inglés para describir el legado que deja. Era una taste maker, una persona capaz de moldear el gusto de los aficionados a la música y un puente que conectaba a los artistas con las audiencias.

Fue directora de programación para MTV Latinoamérica a finales de los años noventa. Desde allí dio un impulso a una serie de artistas que buscaban exposición y apenas lo encontraban en un puñado de estaciones de radio en el continente. Su papel fue importante en México para la consolidación de artistas como Café Tacuba, Control Machete y Julieta Venegas, quienes se convirtieron después en representantes musicales de la región. Su trabajo no quedó delimitado a las fronteras mexicanas. También fue una gran conocedora de la música brasileña.

Lynn siempre utilizó diferentes medios para canalizar sus pasiones. Quizá los más jóvenes identifican Fever, de Chvurches, con la popular serie Élite, de Netflix. Fue una de las canciones que Fainchtein propuso a los productores. Estos le pedían al menos 30 temas por cada episodio. Fue una de las más identificables para el grupo británico de synthpop, quien le hizo una versión con distancia social durante la pandemia para el talk show de Jimmy Fallon.

En Roma, el trabajo de Lynn no se limitó a sugerir música. Alfonso Cuarón, uno de sus amigos más cercanos, le propuso ser una arqueóloga sonora en el viaje a la infancia que fue esa oscarizada película. Fainchtein pasó decenas de horas a la caza de cuñas, anuncios y sonidos que Cuarón había escuchado en la radio en su niñez.

La voz de Lynn Fainchtein queda en la memoria sonora de todos quienes crecimos oyendo la radio en México. Cada día, una cortinilla con París, una canción de los Friendly Fires, anunciaba su presencia en el programa Atando Cabos. El tema nos ponía sobre aviso: Lynn estaba por recomendarnos algo nuevo. Su voz podrá haberse apagado hoy, pero todo lo que nos enseñó es difícil de olvidar.

Luis Pablo Beauregard

Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

Vía

https://elpais.com/mexico/opinion/2024-03-02/lynn-fainchtein-en-casa-con-una-cancion-de-los-friendly-fires.html