El microondas transfiere plástico a las papas

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Javier Arroyo
30 ene 2024 - 05:21 CET

Investigadores de la Universidad de Almería demuestran el
traspaso de polipropileno al tubérculo cuando se cocina en
su bolsa

Los supermercados ofrecen cada vez más hortalizas que, con
apenas unos minutos de microondas en la misma bolsa de
plástico en la que se compran, quedan listos para comer.
Patatas, coles o mezclas de diversas verduras vienen ya
precocidas y, según las indicaciones de los productores, no
es necesario cambiarlas a otro recipiente para cocinarlas,
aunque seguro que sí para llevarlas a la mesa. Una
investigación muestra que quizá sería mejor hacer el cambio
de soporte antes de cocinarlas. Investigadores de la
Universidad de Almería, liderados por Francisco José Díaz
Galiano, han descubierto que ese proceso de cocinado en
microondas provoca una transferencia, “muy acusada”
explican, de componentes del plástico de la bolsa a la
hortaliza. La investigación, publicada en la revista Food
Chemistry, ha identificado además que la acción del
microondas en estos casos crea un compuesto nuevo en la
patata, que han llamado HMPP-maltosa. Según Díaz Galiano,
es un compuesto “potencialmente tóxico” aunque aún se
requieren nuevos estudios para asegurar o no esa toxicidad.
Si significa, en cualquier caso, una nueva forma de ingesta
de un componente tóxico del plástico que se adhiere al
propio alimento.

Los investigadores almerienses tenían la sensación de que
“en una situación muy energética como la del microondas,
era más que posible que ciertos componentes del plástico
migraran al alimento”. Y se pusieron a hacer todo tipo de
pruebas con patatas de diferentes marcas dispensadas en
bolsas y listas para ser cocinadas en ellas. Las realizaron
con todas las variantes posibles: “En microondas en su
bolsa de plástico y en microondas en recipiente de cristal,
en ambos casos usando el tiempo aconsejado para la bolsa, o
cocinadas en agua al fuego. En este caso les dimos más
tiempo, entre 10 y 15 minutos”, cuenta Díaz Galiano, que
recuerda que también se analizaron las patatas antes de
cocinarlas. Hicieron 27 réplicas del experimento y “siempre
aparecían las mismas diferencias”.


La experimentación dio lugar a dos resultados, “uno intuido
y otro totalmente inesperado”, comenta el investigador. El
que no les causó especial sorpresa es la transferencia de
polímero del plástico al alimento. “Queda demostrado que
existe una migración muy acusada de polímeros de
polipropilenglicol (PPG) desde las bolsas de plástico hacia
las patatas únicamente cuando estas se cocinan en el
microondas en contacto con el plástico. Es decir, estos
PPGs, de estar presentes en las bolsas, no se transfieren
al alimento, salvo que se cocinen conjuntamente como se
hace en el microondas”, dice Díaz Galiano. Esta
transferencia concreta, añade, no descarta la de “otros
compuestos presentes en el plástico. Es posible que otros
migren al alimento solamente por contacto, pero, en este
caso, nos hemos centrado en las diferencias durante el
proceso de cocción en contacto con el alimento”. Para los
investigadores, las conclusiones son indudables porque
“existen compuestos químicos que son resultado exclusivo
del proceso de cocción de la patata en contacto con el
plástico que no se observan ni en la patata cruda, ni en la
cocida en agua, ni en la cocida en vidrio en el
microondas”.

Y junto a este resultado más o menos esperable, la
experiencia ofreció uno imprevisto y que aún tiene
recorrido hasta que se determine su importancia. Es la
aparición de un nuevo compuesto. Los plásticos, detalla
Díaz Galiano de un modo simple, tienen entre sus
componentes “fotoiniciadores sintéticos, unos compuestos
reactivos con muchas ganas de interactuar y encontrar algo
a lo que unirse para crear nuevas moléculas de plástico,
nuevos polímeros que surgirán a partir de la creación de
estructuras que se multiplican y multiplican. Y la energía
del microondas sobre la bolsa”, añade, “parece desencadenar
un proceso cuyo resultado final es una combinación entre
uno de esos fotoiniciadores sintéticos empleados en la
síntesis de plásticos, el HMPP, y la maltosa, un producto
natural componente del almidón de la patata. Dado que esta
estructura, a la que han denominado de manera provisional
HMPP-maltosa, “no se había descrito antes, no se pueden
determinar aún sus propiedades, incluyendo su toxicidad o
inocuidad” asevera el investigador.

Los indicios, no obstante, no son positivos para la salud
porque, en cualquier caso, explica el también docente de
química analítica, “sí podemos afirmar por un lado que el
HMPP –2-hidroxi-2metilpropiofenona– en sí mismo es tóxico
y, por otro, que los estudios mediante modelos de software
indican que la combinación HMPP-maltosa es potencialmente
tóxica para los seres vivos”. Por ahora, investigan
posibles rutas sintéticas para crear dicho compuesto.
“Luego, se podrán evaluar sus propiedades”, concluye.

regulada por la Unión Europea desde 2011 en su Reglamento
sobre materiales y objetos plásticos destinados a entrar en
contacto con alimentos. De modo resumido, la aptitud del
material se determina a partir de pruebas que analizan la
interacción de los alimentos con los llamados “simulantes
alimentarios”, productos que en los tests simulan ser los
envoltorios plásticos. Hay seis simulantes, cinco de ellos
líquidos —ácido acético, aceite vegetal y tres diluciones
en distinta proporción de etanol y agua—, y un último
sólido, llamado Tenax TA, que se usa por ejemplo para
analizar los sobres de sopa en polvo. La interacción entre
los alimentos y esos simulantes determinan su seguridad a
partir de la transferencia o no de estos hacia la comida.
Díaz Galiano cree que el método no es totalmente confiable
hoy día porque reducen a solo seis grupos todas las
posibilidades alimentarias y porque tras hacer la
experiencia de las patatas también con simulantes, no se
determinó traspaso de estos hacia los tubérculos, por lo
que no acabaron de ejercer su teórico papel de plástico a
juzgar por los resultados con el material real. “Las
pruebas determinaron que no existía transferencia del
simulante alimentario ni por el mero contacto con el
plástico, ni antes ni después de su cocción”, cuenta, lo
que se contradice con lo que ocurre al cocinar la patata en
su bolsa.

“El paso de componentes del polímero plástico y de sus
aditivos a los alimentos es un asunto bien conocido y
estudiado”, comenta al analizar este estudio de la
Universidad de Almería, Nicolás Olea, médico, profesor en
la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y
experto en salud y medioambiente. Esa transferencia “sitúa
a los materiales plásticos de uso alimentario y en la
cocina, en la duda continua de su inocuidad y en la
necesidad imperiosa de someter a análisis cualquier nuevo
material, dada la plétora de compuestos químicos que el
plástico cede al alimento, continúa. “Desafortunadamente,
como demuestran los investigadores de este trabajo pionero,
los protocolos para investigar esa transferencia fracasan
en dos aspectos. De una parte, porque no cubren todas las
combinaciones posibles de métodos de cocinado y tipo de
alimento. De otra, lo que más llama la atención en este
trabajo, porque nunca antes se han evaluado qué nuevos
compuestos químicos aparecen en el alimento cuando se
emplean los plásticos en su preparación”. La conclusión
para Olea es rotunda: “No solo es necesario un control más
estricto de cualquier innovación propuesta —una tarea que
supera con mucho las posibilidades del sistema actual de
control y seguridad alimentaria— sino que es obligación del
productor y del vendedor advertir al público sobre los
riesgos en los cambios de la forma habitual de cocinar. No
es ético esperar a que la Autoridad Europea en Seguridad
Alimentaria (EFSA) opine sobre el tema, simplemente, debes
hacer saber al público que cocinar patatas en el microondas
usando envases plásticos listos para cocinar suponen un
riesgo de exposición a contaminantes tóxicos que nunca
encontrarías hirviéndolas en tu olla habitual. No hay nada
más sencillo”, concluye el investigador granadino, autor
del libro Libérate de tóxicos.

## Vía

https://elpais.com/ciencia/2024-01-30/el-microondas-transfiere-componentes-del-plastico-a-las-patatas.html 
 
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